
Tres enigmas para la organización
Eduardo Mendoza
En la calle Valencia, a escasos metros del Paseo de Gracia, refulgente de hoteles suntuosos y tiendas lujosas de grandes marcas internacionales, tiene su sede la "Organización".
Eduardo Mendoza Garriga (Barcelona, 1943), es uno de los escritores españoles más reconocidos y galardonados. Aunque su principal género literario es la novela, Mendoza ha escrito también ensayos y relatos. En 2010 recibió el premio Planeta y en 2016 el Premio Cervantes, el más alto galardón en lengua castellana.
Después de licenciarse en Derecho en 1965 en la Universidad de Barcelona, viaja por Europa y al año siguiente consigue una beca en Londres para estudiar Sociología. A su regreso en 1967 ejerce la abogacía en la asesoría jurídica del Banco Condal, que abandona en 1973 para irse a Nueva York como traductor de la ONU. Es padre de dos hijos: Ferrán y Alexandre Mendoza Soler.
Durante su estancia en Nueva York debutó con La verdad sobre el caso Savolta (1975) obteniendo el Premio de la Crítica en 1976, que, junto con El misterio de la cripta embrujada (1979) se lleva a la gran pantalla. En 1986, junto a Miguel Narros, versiona y traduce El sueño de una noche de verano de William Shakespeare. Por La ciudad de los prodigios, obtiene diversos premios: Premio Grinzane Cavour (1988, Italia), Premio Ciutat de Barcelona, Nominación de libro del año en Francia (revista literaria Lire), y finalista del Premio Nacional de Literatura.
El 25 de octubre de 2011, la Biblioteca del Instituto Cervantes en Cracovia recibe el nombre de Eduardo Mendoza. En 2015 es galardonado con el premio checo Franz Kafka, concedido por su trayectoria literaria. En 2016 se le concede el Premio Cervantes.
Imagen de fondo: Las ramblas de Barcelona, un espacio rebosante de vida, de turistas, de malandrines y personajes secretos. (Ver)
No opinamos sobre lo que leemos
No opinamos sobre los libros que leemos. Porque cada lector crea un libro diferente, lo modula, en ese proceso casi mágico de convertir un montón de palabras en una experiencia personal íntima y profunda, imaginando los escenarios y los personajes, compartiendo sus vivencias y metiéndonos en su piel. Somos testigos mudos.
Sólo en las reuniones de grupo comentamos si nos ha gustado poco o mucho el libro, porque nuestra opinión, publicada, podría llevar a alguien a no leerlo. Y eso sí que sería imperdonable. Mejor léanlo.