
Fieras familiares
Andrés Cota Hiriart
Andrés Cota con su serpiente pitón, que recogió en casa cuando sólo era un diminuto gusano y alcanzó más de cuatro metros.
Andrés Cota Hiriart,  (Ciudad de México, 1982) es zoólogo, naturalista y escritor. Estudió Biología en la Universidad Nacional Autónoma de México y obtuvo un máster en Comunicación de la Ciencia en el Imperial College de Londres. Vivió unos años en Berlín, lugar donde comenzó a delinear su veta de escritor y divulgador de la ciencia.
Es articulista de varias revistas mexicanas y autor de la novela Cabeza ajena y de los libros de ensayo Faunologías, aproximaciones literarias al estudio de los animales inusuales, El ajolote. Biología del anfibio más sobresaliente del mundo y Fieras familiares, así como compilador de la antología La Sociedad de Científicos Anónimos.
Dirigió la Unidad de Conservación de la Vida Silvestre “Vida Fría Reproductores”, dedicada a la reproducción de reptiles en cautiverio; actualmente coordina la Sociedad de Científicos Anónimos y conduce el programa de radio y pódcast Masaje cerebral. Desde niño le fascinaron los insectos, reptiles y anfibios, y convirtió su casa en un zoológico.
Así, el propósito para Cota Hiriart ha sido, según comenta, "hacer libros no convencionales; esos que no tienen sitio. Mis libros no son tanto un texto de divulgación, se ligan más a lo que llaman ‘autoficción’, que los hace una suerte de autobiografía que sucede en un entorno biológico. Y esto es confuso, porque luego en las librerías no tienen donde colocarlo. Lo que me lleva a escribir es lo que despierta mi interés y deseo compartir".
Imagen de fondo: Anualmente desaparecen miles de especies, sobre todo de insectos. Algunas nunca han sido descubiertas (Ver)
No opinamos sobre lo que leemos
No opinamos sobre los libros que leemos. Porque cada lector crea un libro diferente, lo modula, en ese proceso casi mágico de convertir un montón de palabras en una experiencia personal íntima y profunda, imaginando los escenarios y los personajes, compartiendo sus vivencias y metiéndonos en su piel. Somos testigos mudos.
Sólo en las reuniones de grupo comentamos si nos ha gustado poco o mucho el libro, porque nuestra opinión, publicada, podría llevar a alguien a no leerlo. Y eso sí que sería imperdonable. Mejor léanlo.
Tras leer varios pasajes de Fieras familiares y de reseñar El ajolote mi primera pregunta se refiere a tu infancia. ¿De verdad te llenabas los bolsillos de azotadores y de otros bichos cuando eras niño?
Sí, fui un niño muy inquieto que traía siempre los bolsillos llenos; supongo que tuve una infancia como la de cualquiera, aunque, bueno, mis padres son fisiólogos y ambos investigadores; mi madre trabaja en la UNAM y mi padre en el Cinvestav. Estudié la primaria primero en un colegio Montessori de Coyoacán y luego en el Colegio Madrid, de donde me corrieron dos veces, pero ahí pude terminar el bachillerato. Soy hijo único y en la primaria la pasé mal. Nada grave; digamos que no era el más buleado del salón, aunque sí lo padecía. En la secundaria me volví más problemático, porque cobré venganza. El Madrid era tan grande, con cinco o seis salones por grado, que tenías que sobrevivir ante la muchedumbre, hacerte el fuerte y ponerte una coraza: “No hay mejor defensa que el ataque”, dicen los ajedrecistas, y eso practiqué durante un tiempo.
Disfruté las travesuras que describes tan vívidamente en tus textos. Se ve que la pasaste muy bien, sobre todo en Estados Unidos, durante los posgrados de tus padres. ¿Qué recuerdas de esa época?
Uf. Me parece acertado eso de que “infancia es destino”, pues definitivamente fue una temporada importante; estuve allá de los 3 a los 8 años de edad y tengo recuerdos imborrables. Estuvimos en Filadelfia, y recuerdo gratamente sobre todo los veranos, la vida campirana, la libertad, el drástico cambio de estaciones, cuando en primavera todo explota y tienes la oportunidad de disfrutar de los animales, los lagos llenos de ranas reproduciéndose, tortugas, muchas aves, un entorno muy fértil y atractivo. Además había (hay) varios institutos de investigación como los de Biología Marina y Oceanografía, que son punta de lanza y cuyos laboratorios en el verano se llenan de científicos y estudiantes de todo el mundo, con un montón de premios Nobel en un ambiente relajado. Creo que eso me marcó porque se hablaba de ciencia todo el tiempo, trabajaban en sus laboratorios y luego se iban a tomar cerveza sin solemnidad y sin separar la ciencia de la vida cotidiana, sin horarios tan rígidos. Para mí fue inspirador descubrir esa manera tan amable de acercarse a la ciencia y a los animales, porque no sólo podíamos interactuar con ellos al aire libre sino también verlos en los bioterios como parte de las actividades de la escuelita donde estudiábamos los hijos de los investigadores.
Tus padres son reconocidos académicos. Supongo que eso te marcó.
Sí, supongo que todo influyó, aunque estoy convencido de que todo es culpa de las madres [sonríe]; la mía es alérgica a las mascotas convencionales, no tuve hermanos ni hermanas y al mudarme muy chico a otro país, con otro idioma, me aislé un poco; pasaba muchas horas solo en mi mundo interior y se arraigaron más mis intereses. Quizás a los hijos de científicos se nos fomenta más desde chicos seguir los pasos de nuestros padres, pero eso depende de cada uno.
En Fieras familiares cuentas que tenías una boa constrictor en tu cuarto, ¿son tu fascinación?
Compartí mi habitación con una boa de 20 kilos y 3 metros de largo por más de 15 años; me atrapan muchos animales, pero las serpientes son el mejor ejemplo de seres que te gustan simplemente porque sí. Supongo que mi primer interés por las serpientes fue estético, y luego fui observando a otros animales venenosos, como algunos arácnidos, uno que otro anfibio… y eso de niño era para mí muy llamativo, igual que pensar en los reptiles como dinosaurios modernos, aunque luego aprendería que esas son las aves.
En tus textos de divulgación de la ciencia combinas ciencia y literatura. ¿Cómo lo logras?
Bueno, no ha sido fácil, pues al tener una intención científica y literaria mis textos no encajan en las colecciones editoriales ni en los concursos. Por ejemplo, en el Premio Ruy Pérez Tamayo de Divulgación de la Ciencia del Fondo de Cultura Económica Fieras familiares no entra porque no es puramente divulgativo ni tampoco es aceptado en convocatorias para premios literarios por tener su buena dosis de ciencia. En México he vivido el conflicto no sólo entre las llamadas dos culturas sino también con los periodistas científicos, porque escribo sobre todo ensayos, no textos de actualidad. Por eso al final este libro se publicó en España, donde tienen una visión un poco más abierta.
En Fieras familiares mezclas ciencia, literatura, imaginación y realismo. ¿Esa es tu aspiración como divulgador de la ciencia?
Sí. Llevo años intentando este cruce, y hasta ahora fue posible gracias a una beca del Sistema Nacional de Creadores de Arte que me permitió sobrevivir en pandemia y hacer algo más ambicioso. Fue complicado, pues primero intenté obtener el apoyo para creadores jóvenes del Fondo Nacional para la Cultura y las Artes (Fonca) siete veces; al tratarse de divulgación de la ciencia me sugerían dirigirme al Conahcyt, que tampoco es buena idea si quieres publicar un libro más literario. Me parece que ahora lo estoy logrando.
Eres un alma libre, poco institucional. ¿Qué pasa con la UNAM?
Incluso en la UNAM alguna vez quise hacer un doctorado práctico; no un tratado sobre la divulgación, sino divulgación en sí misma: unirme a algún instituto durante el doctorado y escribir textos científicos y otros materiales de divulgación. Las instituciones me sacan ronchas y cuando intenté entrar a la unam a un proyecto de biología les sorprendió que quisiera hacer divulgación de la ciencia dirigida al público externo a la universidad: por ejemplo un pódcast sobre parásitos con las colecciones del Instituto de Biología o una columna en el periódico El País sobre el montón de investigaciones de la unam. Me dijeron que si entraba a trabajar ahí debía dejar de escribir. Tengo amigos que han dejado la divulgación por el trabajo administrativo y eso a mí no me interesa.
¿Cómo seleccionas tus temas de divulgación, qué te preocupa?
Siempre me han interesado las cuestiones neurológicas, las patologías mentales, pero también la extinción masiva de las especies, la velocidad con la que están desapareciendo los insectos, que son la base de las redes tróficas terrestres y los principales polinizadores. Hay que divulgar eso, recordar que somos los últimos consumidores y debemos cuidar a todos los anteriores; si te vas a las escalas más chiquitas, los problemas son mayores, los hongos y las bacterias son los cimientos.
Radio/podcast Masaje Cerebral: "Delirios científicos en estéreo. Historias naturales, investigaciones peculiares, descubrimientos sorprendentes. Porque la ciencia que no es comunicada es ciencia condenada al olvido, amasemos juntos esa materia gris y hagamos bullir el elixir del conocimiento. Con Andrés Cota Hiriart y Claudio H. Martínez".
¿Documental a realizar?
Haría un registro para futuras generaciones sobre los cenotes y la fauna endémica que desaparecerán con el Tren Maya, pues también será el golpe de gracia para el sistema arrecifal centroamericano. A nivel global, dejaría de promover la naturaleza prístina inexistente que ensalzan programas como los de Obama, pues volteas la cámara y descubres un hotel altamente contaminante.
¿Qué recomiendas a los jóvenes divulgadores de la ciencia?
Que cursen talleres de escritura creativa, cultiven una vida emocional, exploten su sensibilidad, trabajen su red de contactos, comprendan los temas y practiquen sus habilidades comunicativas para cubrir los conceptos necesarios para divulgar. Importantísimo aprender inglés, pues al inglés se traduce todo. Salirse de su contexto, no sólo a otras ciudades o países. Tener en cuenta que la ciencia no es sólo de los científicos, que es un proceso dinámico de producción, interacción e hibridación de muchas de las actividades que nos rodean y en el que participamos todos.
Mientras termino de escribir estas líneas, durante el invierno pandémico de 2021, somos 7.9 mil millones de humanos los que sobrepoblamos el planeta, y el derretimiento de las capas polares sigue progresando, este año se han registrado récords históricos de temperatura en todos los continentes, el verano pasado las costas de Grecia y Estados Unidos ardieron por incendios cada temporada más grandes y acontecieron inundaciones sin precedentes en Alemania, Francia y China.
Ya hay cinco manchas de plástico en los océanos (islas gigantes, en verdad), siendo la más extensa la del giro del Pacífico Norte, ubicada entre México y Hawái y cuya superficie en 2018 se estimó en los 1.6 millones de kilómetros cuadrados (lo que equivale a tres veces la superficie de España). Y los indicios apuntan a que, al menos durante las siguientes décadas, estas islas de desperdicios solo seguirán aumentando.
Para 2050, por ejemplo, se espera que la producción mundial de plástico no solo no disminuya, sino que incremente hasta duplicarse (de acuerdo con estimaciones de UNEP, para mitades de siglo pasará de los quinientos a más de mil millones de toneladas anuales; sin mencionar que de la producción total global desde 1950, solo el diez por ciento ha sido reciclado).
Ya no queda duda de que nos encontramos en el proceso de una sexta extinción masiva: de acuerdo con la lista roja del IUCN en este momento cuarenta mil especies de seres vivos afrontan el riesgo de desaparecer del planeta, lo que representa el treinta por ciento de todas las especies valoradas, y los primeros cinco lugares en la lista de países con mayor número de especies en peligro son: Madagascar (3.664), Ecuador (2.568), México (2.078), Indonesia (1.988) y Malasia (1.928) (cuatro de los países visitados en este libro y la gran isla de los lémures y camaleones del sudeste africano que espero poder conocer antes de que se consuma por completo).
Parte del problema de este declive acelerado de biodiversidad es que se trata de un fenómeno un tanto ambiguo: un duelo cuya pérdida no cuenta con cierre definido y que, por lo tanto, nos cuesta trabajo procesar. ¿Qué significa exactamente decir «extinto en estado salvaje?», cuando en realidad no es que exista otra alternativa para que los organismos alcancen a llevar una vida plena? Una especie tiene sentido solo en correlación con el resto, está constituida tanto por sus individuos como por las interacciones que estos establecen con otros seres vivos y con el entorno. Sin eso, lo que queda son meros espectros.
Como el axolotl, que está por todos lados (laboratorios, acuarios, museos, criaderos, hogares particulares) menos donde debería estar. O como las vaquitas marinas, que, aunque representadas en la actualidad por dieciséis ejemplares, en términos prácticos (y ecológicos) es como si ya no existieran.
El ochenta por ciento de la energía primaria que se consume en el mundo en este momento proviene de combustibles fósiles. A pesar de ir a la baja, más de un tercio de la demanda eléctrica global sigue proviniendo del carbón, mientras que la extracción de gas y petróleo sigue al alza (ambas materias incrementaron su valor notablemente este año, el gas natural lo quintuplicó y el crudo subió un setenta por ciento con respecto al año pasado).
A la vez, en su informe de 2020, el Grupo Banco Mundial señala que la producción de minerales como el grafito, el litio y el cobalto podría experimentar un aumento de casi un quinientos por ciento de aquí a 2050, para satisfacer la creciente demanda de tecnologías de energía supuestamente limpia. La producción mundial de baterías para vehículos eléctricos e híbridos creció un 154 % entre enero y julio de 2021, en comparación con el mismo periodo del año anterior.
De igual manera sigue aumentando el volumen de producción de plásticos, herbicidas y defoliantes, así como de aceites vegetales y grasas animales para cocina (como referencia, un litro de aceite usado puede llegar a contaminar hasta 40.000 litros de agua potable) y cada vez resultan más abundantes en todo el planeta los residuos tóxicos (cadmio, mercurio, arsénico y plomo) ligados a los aparatos electrónicos y teléfonos desechados.
El pasado 9 de agosto el panel del calentamiento global de las Naciones Unidas (IPCC) emitió un código rojo de alerta para la humanidad declarando que debido a nuestras actividades se están observando cambios en todo el sistema climático de la Tierra, modificaciones ya irrefrenables (como el aumento del nivel del mar), sin precedentes en cientos de miles de años y cuyas consecuencias seguirán manifestándose durante décadas, si no siglos. Todo parece indicar que ahora sí estamos alcanzando el punto de no retorno.
Sin embargo, la reciente Conferencia de las Partes (cop21) —que tuvo lugar en Glasgow del 31 de octubre al 12 de noviembre, y en la que, como cada año desde 2015, representantes de 195 países se dieron cita para asumir compromisos en contra del cambio climático y en favor del medio ambiente y el desarrollo sostenible (todos los participantes arribando en avión, por supuesto)— dejó mucho que desear y una pila de promesas huecas. Puras simulaciones, como diría Jerónimo.
Puro greenwashing (o lavado de imagen verde, estrategia publicitaria desarrollada por algunas empresas, organizaciones o líderes políticos mediante la que se presentan como entidades respetuosas con el medioambiente con el fin de ocultar ciertas prácticas nocivas para la naturaleza que ellos mismos llevan a cabo).
Sin ir más lejos, apenas un par de días después de la participación del ultraderechista Jair Bolsonaro y su Ejecutivo en la cumbre, se reveló que la deforestación en la Amazonía brasileña aumentó un 21,9%, hasta alcanzar la tasa más alta de destrucción de bosques desde 2006 (tan solo entre agosto de 2020 y julio de 2021, la deforestación fue de 13.235 km², diecisiete veces el tamaño de Nueva York).
Durante la cop21 tampoco se tocaron distintos rubros socio-ecológicos apremiantes como el gran dilema del agua, la crisis progresiva de refugiados climáticos o la floreciente y ultracontaminante industria aeroespacial privada con fines turísticos, y se dejó intacto el llamado complejo militar-industrial (cada vez son más frecuentes las fusiones entre la industria militar con las corporaciones de combustibles fósiles), al igual que se dio carta blanca al conglomerado de las principales trasnacionales que mueven el mercado y que son grandes responsables del deterioro medioambiental.
En suma, a finales de 2021, estamos muy, pero muy lejos de siquiera empezar a redireccionar el timón que nos guía hacia ese naufragio ecológico que ya se anuncia sobre el horizonte.
Hace poco Damiana (mi hija, que ahora tiene cinco años) me preguntó quiénes eran más importantes: las personas o los animales en extinción.
Como no encontré una respuesta clara que darle, sin que me llevara a una disertación filosófica para la que ni ella ni yo estamos preparados en este momento, preferí cambiar la pregunta: ¿qué es más importante, conservar nuestro estilo de vida o quedarnos sin el grueso de los organismos que nos rodean? Supongo que cada quién tendrá que formular su propia respuesta.
Ciudad de México, a 11 de diciembre de 2021.
Clase: Amphibia Orden: Caudata Familia: Ambystomatidae Género: Ambystoma. Distribución: Es una especie endémica del valle de México, solía ser sumamente abundante en los lagos y humedales que salpicaban la zona, pero conforme estos han ido desapareciendo, el axolotl también. Estatus: En peligro crítico de extinción, si acaso sobreviven unos pocos ejemplares en vida libre en los canales de Xochimilco, aunque en cautiverio existen poblaciones numerosas. Alimentación: Cazan cualquier presa que quepa en su boca: moluscos, insectos, peces, crustáceos, larvas acuáticas, lombrices, anfibios y crías de su misma especie. Aspecto: Cabeza prominente, cola más larga que el cuerpo. La coloración nominal suele ser pardusca, verde oscuro o marrón, con manchas negras, café y blanquecinas. En el mercado de cautiverio se han establecido variedades albinas, leucísticas, melanoides, doradas y más. Tamaño: Llegan a medir hasta 30 cm de largo y a pesar más de 200g. Esperanza de vida: En libertad entre 10 y 15 años, en cautiverio el récord ronda los 30.
Clase: Reptilia Orden: Squamata Familia: Pythonidae Género: Python Distribución: Muy amplia, abarca buena parte del sudeste asiático y las islas de Indonesia. Estatus: Debido a roces con asentamientos humanos y a la caza furtiva, en estado silvestre se considera vulnerable. En Florida figura como una especie invasora nociva. Alimentación: Son depredadoras vigorosas y poco selectivas, cazan principalmente aves y mamíferos a los cuales matan por constricción. Aspecto: Serpientes de cuerpo macizo y ancho. La coloración nominal se presenta en un atractivo patrón tipo camuflaje militar, con bloques café sobre fondo verde pálido. En el mercado de mascotas también prevalecen variedades albinas, leucísticas, amelanísticas, etc. Tamaño: Es una de las cinco serpientes más grandes del mundo. Las hembras suelen ser más voluminosas que los machos, en libertad llegan a medir poco más de 5 m y a pesar 60 kg. Sin embargo, en cautiverio se han registrado ejemplares de más de 6,5 m y 80 kg. Esperanza de vida: Si bien en cautiverio llegan a ser bastante longevas, en el medio silvestre es infrecuente que pasen de los 20 o 25 años.
Clase: Arachnida Orden: Scorpiones Familia: ScorpionidaeGénero:Pandinus Distribución: Amplia, habitan en selvas y sabanas de África Occidental, como el Congo, Senegal, Sierra Leona, Gabón, Costa de Marfil, Ghana, Guinea, Nigeria y Togo. Estatus: Debido, en parte, a su popularidad en el mercado de mascotas, sus poblaciones silvestres se han visto mermadas y la especie se incluye en el segundo apéndice de la cites. Alimentación: Son estrictamente carnívoros, cazan principalmente insectos y otros arácnidos, aunque los ejemplares más grandes también se alimentan de reptiles y pequeños mamíferos. Aspecto: Se trata de organismos imponentes, corpulentos y macizos, su color negro lustroso les brinda una apariencia metalizada. Además de su macizo aguijón, cargan tenazas poderosas. Tamaño: Son uno de los miembros más grandes del grupo de los escorpiones, llegan a medir hasta 20 cm y a pesar unos 30 g, pero normalmente oscilan entre los 12 y los 18 cm. Esperanza de vida: En libertad se estima que llegan a vivir entre 5 y 8 años, pero en cautiverio el récord para la especie ronda los 10.
Clase: Reptilia Orden: Squamata Familia: ChamaeleonidaeGénero: Trioceros Distribución: Restringida a bosques de niebla de altura (entre los 1.000 y los 2.200 m de elevación) en las montañas de Camerún y unas poblaciones pequeñas en Nigeria. Estatus: Se considera especie vulnerable, con posibilidades a pronto reclasificarse como especie amenazada, debido a la fragmentación de su hábitat por la deforestación. La especie se incluye en el segundo apéndice de la cites. Alimentación: Son principalmente insectívoros y muestran una preferencia marcada por las mariposas y otros insectos voladores, aunque también cazan grillos, orugas, escarabajos, etc. Aspecto: Los machos presentan cuatro cuernos en la punta de su nariz y una cresta tipo vela en la parte anterior de la cola; además, ambos géneros cuentan con un pequeño casco en la cabeza, una vela dorsal y escamas gulares prominentes. Su coloración basal es verde brillante con matices azules, blancos, sienas, naranjas, amarillos, rosáceos y cerúleos. Tamaño: Machos 30-35 cm / hembras 25-29 cm. Son ligeros para sus proporciones. Esperanza de vida: No hay datos en vida libre, en cautiverio suelen vivir entre 5 y 7 años. Las hembras un poco menos, entre 3 y 5, dependiendo de sus ciclos reproductivo
Clase: Reptilia Orden: Crocodilia Familia: CrocodylidaeGénero:Crocodylus Distribución: Es la especie de cocodrilo americano más ampliamente distribuida. Su rango abarca desde Florida y las Antillas hasta Perú, incluyendo toda la vertiente del Pacífico y sudeste mexicano, Centroamérica, Colombia, Venezuela y Ecuador. Usualmente se los encuentra en ambientes costeros y salobres, tales como manglares, esteros, atolones e islas. Estatus: Se considera especie vulnerable, con posibilidades a pronto reclasificarse como especie amenazada, debido a la fragmentación de su hábitat por la deforestación. La esp ecie se incluye en el segundo apéndice de la cites. Alimentación: Son los depredadores cumbre de los ecosistemas en los que habitan, son carnívoros generalistas con una dieta sumamente variada que incluye peces, crustáceos, mamíferos, reptiles, aves e incluso tiburones, a los que cazan cuando penetran en el mar. Aspecto: Son corpulentos, con cola poderosa y cabeza alargada. Suelen tener una coloración verde olivo con vetas amarillas y café, con el abdomen blanco y el dorso pardo. Tamaño: Es la segunda especie más grande a nivel mundial, solo superada por los cocodrilos de agua salada australianos. Se han registrado ejemplares de más de 5 m y 900 kg, aunque su tamaño promedio ronda los 3-4 m y 350 kg para los machos, y los 2,5-3 m y 150 kg para las hembras. Esperanza de vida: El récord en cautiverio es de 80 años, pero lo usual es de 40 a 60.
Latitud: 0°40'0'' S Longitud: 90°33'0'' W justo sobre el paralelo 0º (línea ecuatorial) Localización: Océano Pacífico, a 972 km de la costa ecuatoriana (América del Sur). Tamaño: 7.970 km2 repartidos entre 13 islas principales, 6 menores y 107 rocas e islotes. Población: 33.042 habitantes (censo 2020) / 200.000 visitantes anuales máximo. Vegetación: La mayor parte de las islas presenta vegetación seca o semiárida y las zonas más elevadas de algunas de las islas más grandes, vegetación tropical. La flora incluye poco más de 500 especies de plantas vasculares originarias (de las cuales 180 son endémicas). Fauna: Buena parte de los animales presentes son endémicos. Tortugas gigantes, iguanas marinas y terrestres, serpientes, leones marinos, pingüinos, pinzones, cormorán no volador, búhos, pelícanos, ballenas, delfines, más de 300 especies de peces y cerca de 2.000 invertebrados. El único grupo de vertebrados no presente es el de los anfibios. Estatus de conservación: El archipiélago conforma la segunda reserva marina más grande del planeta, desde 1959 figura como parque nacional y desde 1978 es Patrimonio de la Humanidad de la unesco. Se considera como una provincia biogeográfica prioritaria
Latitud: 0°0'0''NLongitud: 114°0'0''E El ecuador atraviesa la isla por la mitad. ecuatorial) Localización: Sudeste asiático / Indonesia, al sur de la península malaya entre Sumatra, Sulawesi y Filipinas. Centro geográfico de Insulindia, el mayor de los archipiélagos del mundo. Tamaño: 748.168 km2 (es la tercera isla más grande del mundo). Población: 23.720.000 habitantes (censo de 2020) divididos entre tres naciones. Vegetación: La mayor parte de la isla solía estar cubierta por selva húmeda, con manglares y pantanos bordeando las zonas costeras y bosque mesófilo de montaña en áreas serranas, pero los monocultivos de palma comienzan a reclamar porciones cada vez más grandes de terreno. Hay unas 15.000 especies de plantas con flor y 3.000 de árboles, destacan la amplia diversidad de plantas carnívoras y la Refflesia, la flor más grande del mundo. Fauna: Se registra un alto grado de endemismo en todos los grupos de animales. Entre sus organismos más emblemáticos están los orangutanes de Borneo, los monos de probóscide, los elefantes y rinocerontes enanos, los tiburones de río, los leopardos nubosos, las civetas de Hose, los calaos rinoceronte y de casco, los murciélagos gigantes de Dayak y las pitones de sangre. Estatus de conservación: Aunque el 16% de su superficie figure como área natural protegida, la devastación forestal de las últimas décadas ha sido atroz. Entre 2002 y 2019 en la porción malaya se perdieron 4,4 millones de hectáreas de árboles (1,9 de bosque primario), y 10,7 millones de hectáreas (4 de bosque primario) en la de Indonesia.
Latitud: 8°32'35,9988''SLongitud: 119°29'21,9876''E Localización: Islas menores de Sonda, centro-sur del archipiélago indonesio / límite entre las provincias occidental y oriental de Nusa Tenggara, al este de Sumbawa y al oeste de Flores. Tamaño: Zona protegida 1.733 km2 (602 km2 de los cuales son superficie terrestre. Población: 3.267 habitantes dentro del parque y 16.816 en la zona limítrofe (último censo, 2004), además de aproximadamente 45.000 visitantes anuales. Vegetación: Debido al clima seco y cálido, el 70% del terreno se encuentra cubierto por flora típica de la sabana, pastizales abiertos y selva caducifolia. En áreas elevadas hay manchones de bosque mesófilo y en las regiones costeras, vegetación de litoral y manglares. Fauna: El organismo más icónico es el dragón de Komodo. Además, se ven cobras escupidoras, víboras de Russell, macacos cangrejeros, venados de Timor, jabalíes, civetas de palma, 72 especies de aves y una rata endémica. La biodiversidad marina es deslumbrante, hay dugones, pulpos de anillos azules, tiburones ballena, mantarrayas, 14 tipos de cetáceos, 5 especies de tortugas y vastos arrecifes coralinos con multitud de peces e invertebrados. Estatus de conservación:En 1977 las islas se decretaron Reserva de la Biosfera de la unesco, unos años después el parque se extendió para cubrir también la zona marina y en 1991 el área fue declarada Patrimonio de la Humanidad. Actualmente se debate reducir el número de turistas anuales y aumentar el área protegida a 2.321 km2.
Latitud: -2°07'60.00''SLongitud: 120°16'60.00''E. La línea ecuatorial atraviesa la región centro-norte de la isla, sobre la península superior de las cuatro que la conforman. Localización: Wallacea, región central del archipiélago indonesio, al este de Borneo, oeste de las islas Molucas, sur de las Filipinas y norte de Nusa Tenggara. Tamaño: 193.846 km2 (es la décimoprimera isla más grande del mundo). Población: 19.896.951 habitantes (censo de 2020). Vegetación: Debido a su sinuosa orografía y clima cálido y húmedo, la isla solía estar cubierta en su mayor parte por selva húmeda de montaña y bosque mesófilo, con selva baja perennifolia en las vertientes costeras y bosques de manglar sobre la línea de la marea. Fauna: La isla presenta uno de los mayores grados de endemismo del sudeste asiático, en especial en lo que se refiere a mamíferos (127 especies presentes, de las cuales 79 son endémicas, entre ellas anoas o búfalos enanos, babirusas, 6 especies de macacos y 7 de tarsios) y aves (337 especies totales, de las cuales 70 son endémicas o semiendémicas). Estatus de conservación:Se estima que desde 2007 se ha perdido cerca del 80% de la selva a causa de la deforestación, así como buena parte de los manglares y la mayoría de los humedales. Existen 8 parques nacionales en la isla, 4 de los cuales son marinos. El Parque Nacional Bunaken, que protege un rico sistema coralino sobre la costa noroeste, ha sido propuesto como Patrimonio de la Humanidad por la Unesco.
Latitud: 29°02'27.3''N Longitud: 1118°17'07.0''O. Localización: Pacífico Norte, a 260 kilómetros de la costa, oeste de la península de Baja California. Se trata del punto geográfico más occidental de México y de Latinoamérica. Tamaño: 250 km2 (superficie terrestre) / 4.519 km2 (superficie marina de la reserva). Población: 99 habitantes permanentes, a los que se suman 100 pescadores durante la temporada y el destacamento militar, que varía de acuerdo con las actividades de la Armada. Vegetación: En las partes bajas de la isla, matorral xerófilo y palmar, mientras que en las altas predomina el bosque de pinos y cipreses (actualmente muy deteriorado y en vías de recuperación). Hay 216 especies de plantas vasculares, 30 de ellas probablemente extintas y 171 consideradas como posiblemente nativas; de estas, 34 son endémicas. Fauna: Se han registrado 158 especies de peces en las aguas circundantes (17 de tiburones, a destacar, una de las principales poblaciones de tiburones blancos del mundo). Aunque solía haber más, actualmente hay 36 especies de aves (varias de estas migratorias y 19 que anidan aquí, 3 de las cuales son endémicas) y colonias reproductivas de lobo marino de California, lobo fino de Guadalupe (que solo se reproduce aquí) y elefante marino del norte. Estatus de conservación:Debido a la actividad peletera y ballenera de los siglos XVIII y XIX la ecología de la isla se vio fuertemente afectada (especialmente por la introducción de cabras, gatos, ratones y perros) y varias de sus especies endémicas fueron llevadas a la extinción. A partir de 2002 comenzaron a realizarse labores de erradicación de especies invasoras y restauración, y en 2005 se declaró Reserva de la Biosfera.