
La pasión según G.H.
Clarice Lispector
A través de su estilo narrativo, Lispector nos sumerge en la mente de la protagonista y nos invita a experimentar su proceso de autodescubrimiento y transformación
Clarice Lispector (Chaya Pinjasivna Lispector) (Chechelnik, Ucrania; 1920–Río de Janeiro, 1977). Autora brasileña de origen judío-ucraniano, Clarice Lispector llegó con su familia a Brasil cuando apenas contaba con dos años de edad. Estudió Derecho en la Facultad Nacional y trabajó, aunque de manera un tanto esporádica, como periodista para varios medios.
Aunque ya había publicado varios cuentos y relatos con anterioridad, Lispector comenzó su carrera literaria a los 21 años con Cerca del corazón salvaje, obra que recibió el Premio Graça Aranha. A partir de ese momento, continuó escribiendo y colaborando con varios medios, pese a que sus constantes viajes —su marido era diplomático— le hicieron desarrollar su obra de manera inconstante.
Tras separarse de su marido en 1950, Lispector volvió al ámbito periodístico y comenzó a destacar gracias a sus libros de relatos. En 1963 publicó La pasión según G.H., su novela más aclamada.
Después de sobrevivir a un incendio en su casa que le produjo graves secuelas físicas, Lispector sufrió de depresión y su estado dio paso a una nueva etapa con obras como Un aprendizaje, Agua viva o La hora de la estrella. También comenzó a escribir relatos infantiles y siguió con su pasión por los cuentos cortos.
El estilo de la escritura de Lispector es original, aunque difícil. Se destaca en sus obras un estilo y una estructura muy líricos, con una interioridad profunda y relacionada con complejos procesos emocionales y mentales.
Imagen de fondo: La biografía de Clarice Lispector refleja una vida tan compleja y difícil como sus libros (Ver)
No opinamos sobre lo que leemos
No opinamos sobre los libros que leemos. Porque cada lector crea un libro diferente, lo modula, en ese proceso casi mágico de convertir un montón de palabras en una experiencia personal íntima y profunda, imaginando los escenarios y los personajes, compartiendo sus vivencias y metiéndonos en su piel. Somos testigos mudos.
Sólo en las reuniones de grupo comentamos si nos ha gustado poco o mucho el libro, porque nuestra opinión, publicada, podría llevar a alguien a no leerlo. Y eso sí que sería imperdonable. Mejor léanlo.