
Frankie y la boda
Carson McCullers
Frankie, con su primo enfermo de seis años, John Henry, y Berenice, la ama de llaves negra de su padre, quien ejerce de figura materna y oráculo. Una rara familia en la que se refugia.
Carson McCullers (Lula Carson Smith) nació en Columbus, Georgia, el 19 de febrero de 1917. A los 17 años, cuyo padre era joyero, se trasladó a Nueva York para estudiar en las universidades de Columbia y Nueva York . En 1937 se casó con Reeves McCullers, un escritor con quien mantendría una larga y complicada relación. Su vida posterior estuvo marcada por el dolor, la enfermedad y la tragedia. Sufrió repetidos derrames cerebrales que la incapacitaron, y una parálisis parcial la confinó a una silla de ruedas en sus últimos años.
El éxito como escritora se inició con su primera novela, El corazón es un cazador solitario (1940), donde refleja su propio carácter y sufrimiento solitario. Al año siguiente Reflejos en un ojo dorado, en 1941, una obra más corta que narra la infeliz vida de un capitán (un homosexual latente ) y su esposa (una ninfómana), confirmó.
Durante la década de 1940, McCullers conoció al dramaturgo estadounidenseTennessee Williams , y se hicieron amigos. Williams la animó a hacer una obra de teatro basada en su novela El miembro de la boda (Frankie y la boda), un sensible retrato de una adolescente solitaria cuyo apego a su hermano precipita una crisis en su boda.
Los personajes ficticios de McCullers padecen diversas discapacidades físicas y psicológicas que complican su búsqueda natural, aunque a menudo extraña, de compasión. Sus novelas e historias demuestran una aceptación gótica sureña de lo excéntrico y un profundo sentido del anhelo humano de conectar con los demás.
Imagen de fondo: Para Frankie, la boda es una excusa para escapar de la monotonía de su vida en el pueblo (Ver)
No opinamos sobre lo que leemos
No opinamos sobre los libros que leemos. Porque cada lector crea un libro diferente, lo modula, en ese proceso casi mágico de convertir un montón de palabras en una experiencia personal íntima y profunda, imaginando los escenarios y los personajes, compartiendo sus vivencias y metiéndonos en su piel. Somos testigos mudos.
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