No opinamos sobre los libros que leemos. Porque cada lector crea un libro diferente, lo modula, en ese proceso
casi
mágico de convertir un montón de palabras en una experiencia personal íntima y profunda, imaginando los
escenarios y los personajes, compartiendo sus vivencias y metiéndonos en su piel. Somos testigos mudos.
Ni siquiera decimos (salvo en las reuniones de grupo) si nos ha gustado poco o mucho el libro, porque nuestra
opinión publicada podría llevar a alguien a
no leerlo. Y eso sí que sería imperdonable. Mejor léanlo.
El Château de Chazelet, en Francia, construido en 1540, donde se desarrolló la misteriosa
historia que dió pie al libro
El 7 de octubre de 1741 nació Adelaide-Marie, hija del conde Rogres de Lusignan de Champignelles, teniente
general
de los ejércitos del rey de Francia. Casada al alcanzar la mayoría de edad con el marqués Louis-Joseph de
Douhault, 27 años mayor que ella, Adelaide-Marie se instaló en 1765 en el castillo de Chazelet, residencia
señorial de su marido.
La historia comienza en 1766 cuando una noche, la joven marquesa oye gritos y el sonido de
una lucha en el castillo. Descubre a Louis-Joseph sujetando a su valet de confianza por el cuello. Ella
interviene pero el marqués, furioso, se vuelve contra su mujer y la hiere bajo el pecho derecho con su espada. Su estado es
preocupante y el Conde de Champignelles, su padre, está advertido. Reconocido como epiléptico y peligroso, el
Conde de Champignelles, mediante una carta de sello del rey, hizo internar a Luis-José en Charenton...
Durante casi 18 años, la marquesa de Douhault vivió tranquilamente en el castillo de Chazelet, muy querida por
sus familiares y los habitantes del pueblo, e incluso creó un dispensario para los enfermos. Pero en 1784, el Conde
de Champignelles, su padre, murió repentinamente. Luego le tocó a su marido, el marqués de Douhault, que seguía
internado, desaparecer en 1787. A los cuarenta y tres años, la marquesa de Douhault heredó una inmensa fortuna.
Sin embargo, su hermano Armand, mediante diversas maniobras, consiguió apropiarse de parte del considerable
patrimonio de la familia. La marquesa está decidida a exigir explicaciones a su hermano y parte hacia París. El
15 de enero se detiene en la casa de su primo De La Roncières en Orleans y da un alegre paseo fumando cigarros de
lo que cree que es tabaco...
Luego la llevaron a su habitación donde se hundió en un profundo letargo... Fue declarada muerta dos días
después y está misteriosamente enterrada en Orleans, en el cementerio común en lugar del panteón familiar de Champignelles.
Mientras sus herederos se reparten su fortuna y sus tierras, incluidas las de Chazelet, es la primavera de 1789
y una mujer encarcelada en la Salpêtrière envía a la duquesa de Polignac, por medios tortuosos, una carta en la
que afirma ser la marquesa de Douhault.
Ella le cuenta que está enferma, que la han drogado y que la han encerrado
mediante una carta con un sello falso.
Sin embargo, un certificado de defunción atestigua la muerte de la marquesa de Douhault el 17 de enero de 1788
en Orleans. Asombrada, la duquesa envió, sin embargo, a unos caballeros para que
la conocieran y le aclararan la identidad de la desconocida. Una semana después, a principios de julio de 1789,
la prisionera fue liberada. El Terror y la Revolución pasaron. La llamada marquesa y el conde Armand de
Champignelles sobrevivieron a estos acontecimientos.
El hermano del fallecido protesta constantemente contra las pretensiones de
la llamada marquesa. Unos años más tarde, en 1804, durante un sonado juicio en el tribunal penal imperial de
Bourges, comenzó el desfile de testigos. Los antiguos sirvientes de la marquesa la reconocieron formalmente, en
particular su criada que la había seguido a Orleans y que había regresado a Chazelet molesta, pues ella misma
había caído enferma.
Todos ellos la reconocieron, pero los testimonios fueron impugnados, puestos en duda por
múltiples subterfugios.
En sus conclusiones, el Tribunal libera al Conde de Champignelles de todos los cargos. Pero, extrañamente, el
fiscal imperial se negó a procesar a la mujer por suplantación de identidad. De esta sentencia se desprende que
no
es ni la marquesa de Douhault ni ninguna otra mujer y a partir de ese momento se convierte en "la mujer sin
nombre", que el escritor británico Wilkie Collins utilizará como inspiración en La mujer de blanco. La marquesa
de
Douhault vivió mucho tiempo y compartió su vejez con uno de sus abogados, Delorme, fiel defensor de su causa
desde
el principio. Era uno de los hijos del antiguo mayordomo del Chateau de Chazelet del Marqués de Douhault...
Este
caso sigue siendo uno de los más misteriosos casos criminales. Ha desatado pasiones durante casi cuarenta años.
Sigue sin resolverse...
